
Hoy nos acercamos a Tambo, una isla que emerge en el interior de la Ría de Pontevedra custodiada por los márgenes de los municipios de Poio y Marín.
Con una historia y situación similares a la redondelana isla de San Simón, su origen más remoto aparece también vinculado a la vida ermitaña y monacal pero en este caso existe la posibilidad de que los niveles más altos de la isla estuviesen ocupados en la Edad del Hierro por un castro, tal y como se refiere en el Plan de Ordenación del Litoral de Galicia.
Paraje natural y pesquero
Esta pequeña isla de 28 hectáreas tiene una forma piramidal marcada por su arboleda pero también por los 80 metros del monte San Fagundo, su punto más alto.
El sello de su carácter natural lo acentúan sus acantilados y sus playas, prácticamente intactas porque durante años ha estado prohibido acercarse a menos de 200 metros a la isla por su uso militar. Pero además, sus aguas atesoran una gran diversidad de la que se nutre la actividad pesquera y marisquera artesanal de la zona.
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Tambo es testigo del cultivo de mejillón en las bateas pero también es habitual ver en su contorna la labor de los trasmallos, arte de pesca con la que se extraen los chocos, ya que esta área tiene un importante lugar de cría y reproducción de este cefalópodo.
Y no es lo único, se puede encontrar también una buena representación del marisco gallego: berberechos, almejas, navajas, vieiras y la ostra plana, uno de los pocos bancos naturales que existen en Galicia de este molusco se halla aquí.
Un libro de Historia
Thalavo, Tanavo, Toambo,… son varios los nombres que se han asociado a esta isla a lo largo de la Historia, al mismo tiempo que se han ido sumando teorías acerca de lo que puede significar este topónimo.
La más extendida es la que lo relaciona con tumba o túmulo ya que por su forma piramidal recuerda a una edificación con función funeraria.
Un retiro espiritual
El pasado religioso de la isla se remonta al siglo VI, a pesar de que no hay demasiados datos que lo documenten, algunos autores defienden que es en este momento cuando se funda la primera capilla bajo las ordenes de San Martiño de Dumio. Con ella, algunos ermitaños llegarían a habitar la isla aunque el primer asentamiento monacal será fundado en el siglo VIII por San Fructuoso, fundador también del Monasterio de Poio.
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Ya en el siglo XVI, después del Concilio de Trento, se convertirá en un priorato con la advocación de Santa María de Gracia. Fue, por tanto, un lugar de retiro y recogimiento para los monjes que la habitaron hasta que Francis Drake rompió la calma y el silencio.
Los peligros del mar
En 1589, las tropas de Francis Drake arrasaron el asentamiento benedictino de la isla y, según se cuenta, la imagen de Santa María de Gracia fue tirada al mar a manos del propio pirata. Esta efigie, ya muy deteriorada, sería luego encontrada por los marineros de Combarro y llevada a puerto. Allí se hicieron dos réplicas en madera, una para el monasterio y otra que se quedó en el pueblo.

En el siglo XVIII sabemos que se reconstruye la capilla existente en Tambo y se dedicará a San Miguel, devoción habitual de los marineros, donde se celebrará una popular romería cada 29 de septiembre.
Un lazareto para la Ría de Pontevedra
A partir de aquí, la Historia de la isla ya pasa a ser laica pues el siguiente dato relevante es la construcción de un lazareto en 1865 que llegó a ser uno de los mejores de Europa aunque se clausuró a los pocos años, en 1879.
La importancia del puerto de Marín hizo que se derivasen a Tambo los marineros con enfermedades infecciosas o sospechosos de tenerlas para pasar la cuarentena. Parece ser que el nuevo uso de la isla no era del agrado de los vecinos próximos a Tambo, lo que sería determinante para su cierre, aumentando por consiguiente el número de cuarentenas en la isla de San Simón.
Cambios en la titularidad
Posteriormente, en el siglo XX, y más concretamente en 1905, la isla para a ser propiedad de dos políticos, Eugenio Montero Ríos y Valentín García Escudero, y de sus herederos pasará años después a manos del Estado.
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Tras el proyecto fallido de construcción de una prisión militar, la isla va a tener diferentes usos entre los cuales estaba almacenar depósitos de carbón privados para abastecer a los vapores de la ría, ser un lugar estratégico para el contrabando o albergar en sus aguas un criadero de ostras sumergido y visible a día de hoy en fotografías aéreas.
El capítulo más reciente
En 1922, tras el balizamiento de la ría de Marín, se construye el faro de Tenlo Chico que será equipado en 1955.

La Historia más reciente de Tambo comienza en 1939 cuando el Consejo de Ministros aprueba que la isla pase a ser adquirida por la Marina para ser usada por la Escuela Naval.
Durante este período militar se construyeron barracones para el retén de ocho militares encargado de la vigilancia de la isla y especialmente del almacén de pólvora, actualmente abandonado.
No fue desmilitarizada hasta el año 2002 cuando vuelve a formar parte del Ayuntamiento de Poio, sin estar adscrita a ninguna parroquia en concreto, aunque su administración está a cargo del ejército.
Este pasado reciente de uso militar la llevó a estar alejada del pueblo por las prohibiciones de desembarco y fondeo en sus proximidades.
Una vez recuperada esta anhelada isla, se reclamó sin éxito su inclusión en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas y se la dotó de un uso cultural y social.
Una de las proposiciones que todavía se mantiene desde algunos colectivos es tala de las especies no autóctonas para su aprovechamiento maderero y conseguir así una salida económica para la puesta en valor la isla de Tambo. Una isla autofinanciable que se sigue mirando con el sentimiento de la añoranza a la espera de un futuro esperemos que prometedor. Pero el anhelo, la añoranza y la morriña también están presentes en su Historia más remota.

Una de las muchas leyendas
Vinculada al primer período religioso de la isla destaca la leyenda de Santa Trahamunda, quien vivió en el convento de Tambo en la Alta Edad Media de donde fue raptada por los moros y llevada forzosamente a Córdoba.
Parece ser que fue su belleza la que provocó que la quisieran incorporar al harén del califa obligándola a abandonar su fe. Tras su negativa, fue encarcelada a la espera de que en algún momento dejase a un lado sus creencias. Después de once años consiguió huir pues, según la leyenda, pedía a Dios celebrar en su lugar de origen la festividad de San Juan Bautista y sus plegarias fueron escuchadas.
Su traslación tuvo lugar con la intermediación de un ángel que le entregó la palma con la que la santa viajó hasta Poio y que las monjas benedictinas plantarían en el huerto del convento donde germinó y se mantuvo hasta el siglo XVI. Es por este milagro que Santa Trahamunda se considera la patrona de la morriña.
“Éche unha illa encantada rodeada de saudades, éche unha illiña pequena que se perde…”
Fragmento de la canción que Emilio Cao dedica a la isla de Tambo.
Por todo esto y más, desde Bluscus te invitamos a conocer más de cerca esta pequeña isla dando un paseo en barco por la ría de Pontevedra.