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Oficios marineros: marisqueo a pie

Hoy estreno nuestra serie dedicada a los Oficios marineros con uno de los más famosos pero a la vez más desconocidos. Hablo del marisqueo a pie, ocupación que con tradición y esfuerzo lleva vistiendo las playas de Galicia desde hace muchísimo tiempo. Pero si hablo de mariscar a pie, por consiguiente debo hablar de las mariscadoras. Mujeres que durante generaciones han obtenido los tesoros que el mar esconde bajo las arenas de nuestra costa.

Y sí, hablo en femenino. Pues a pesar de que con el tiempo son más los hombres que van tomando sitio en las orillas, tradicionalmente este ha sido un oficio exclusivamente femenino. Bien por herencia o por costumbres sociales no cuestionadas, las mujeres trabajaban las playas mientras los hombres lo hacían en el mar. Y así se ha mantenido en el tiempo. Es por eso que a partir de hoy, y siempre que me sea posible, contaré en esta serie con entrevistas a nuestra gente del mar. Pues no hay forma de obtener una información más fresca de nuestra historia a este lado del Atlántico.

mariscar a pie
Enseñando a mariscar

Tuve la tremenda suerte de charlar con Victoria. Mariscadora jubilada de Cambados, que con más de 50 años de experiencia en el oficio, hace las veces de guía en las rutas del marisqueo del municipio cambadés.

marisqueo a pie victoria
Victoria, durante nuestra charla

¿Cómo definirías tu trabajo?

El mejor trabajo del mundo. En primer lugar porque eres tu propia jefa. En segundo lugar porque tienes el deber moral de conservarlo, de dejarlo para los próximos que vengan detrás.

Y después no sé si en tercer lugar o cuarto o el que sea, porque fue un trabajo que me enseñó mi madre. Un trabajo que ya hacía la abuela y que al principio no me gustaba porque se pasaban muchas calamidades, pero que ahora, gracias a ese inicio que me dio mi madre, esté contando esto y que haya gente que me escuche… Eso es impagable.

¿Cuánto tiempo llevas y cómo comenzaste?

Ahora estoy jubilada, pero eché desde los nueve años hasta los 63, 54 años eché trabajando aquí. Y empecé de forma familiar, mi madre era mariscadora, mis tías, mi abuela también lo había sido…  Pero también como “redeiras”, empezamos a atar redes desde “pequeniñas” para ahorrar jornales. Si había un barco en casa y aprendían a atar redes la mujer y la madre se  ahorraba dinero. Redeira, mariscadora… empecé por necesidad, pero si pudiera seguir más tiempo… es una pena que tengamos que dejarlo con estos años.

Hablas de lo bonito que es y lo mucho que te gusta. Pero eso no quita que sea un trabajo duro ¿verdad?

Es muy duro. Porque las tres o cuatro horas que trabajas lo tienes que hacer agachada, tirando de todos los músculos de la espalda, las cervicales, los brazos, las muñecas… y cuando intentas enderezarte en esas cuatro horas, el cuerpo se resiente.

A lo largo de los años tienes problemas de cervicales muy serios, aunque peor son las caderas, el desgaste de las caderas es impresionante. Pasas mucho frío… Y si llueve te empapas, porque aquí se viene aunque llueva, y tienes que trabajar esas cuatro horas con la humedad metida en el cuerpo, por eso es tan duro. Pero aún así no hay nada que supere lo maravilloso que es este trabajo.

¿Y nunca pensaste en dejarlo? En llegar a un punto que digas “mira, me encanta pero hasta aquí…”

Lo dejé a los 63 años precisamente por salud. Pero era lo que te decía antes, si me dijeran “no hace falta que vayas todos los días, vete de vez en cuando”; pues yo seguiría yendo. Esa sensación de apañar navajas, la lucha entre la navaja y tú mientras ella tira y tú también… eso es una gozada.

Y hablando de navajas… ¿qué tipo de marisco se obtiene?

Pues mira, el principal es la almeja fina, la de mayor calidad. Pero después tenemos la almeja japónica, la babosa, el berberecho y la navaja. Cinco especies de marisco principales. La navaja y la babosa se apañan en una baja mar muy grande, una “seca ghrande” como decimos nosotras. Cuando es “seca pequena” recogemos japónica y fina. Y es la directiva la que marca, en función de los precios del día anterior, los kilos que vamos a llevar hoy.

Hay que tener en cuenta que sacamos una media de dos toneladas de marisco diario entre las 220 personas que estamos aquí. Todo en función del precio según la temporada en la que estemos.

Claro, dos toneladas diarias y unas 220 personas puede parecer excesivo para alguien que no sabe. Pero supongo que en ese sentido todo está medido y calculado para cuidar el mar, y que con el tiempo habéis conseguido organizaros y mejorar tanto vuestras condiciones como las del propio medio ¿no es así?

Mira esto cambió muchísimo. Aquí me voy a extender un poco. Antes había las vedas, de marzo a septiembre las autoridades de marina decían que no se podía ir a trabajar para que el mar descansase. Y después, de octubre a febrero podía bajar el que quisiera. Imagínate cinco o seis mil personas trabajando, cada uno como podía.

En verano con la veda cerrada, a lo mejor iban 15, 20 o 30 mujeres a apañar y tenías que escapar de las autoridades porque si no te multaban. Tenías que vivir, no tenías otro oficio y tenías que ir por obligación. Esto era un trabajo solo para ganar para comer. Intercambiabas para conseguir leche o pan si te llegaba, ibas por las aldeas haciendo trueque. Y si tu marido no traía pescado del mar pues comías unos pocos berberechos.

¿Desde que nos organizamos? Ponemos los días de trabajo, los kilos (que se pueden coger), qué días se apañan solo navajas, qué días se apañan solo berberechos, pagamos la Seguridad Social, limpiamos la playa, vigilamos… Pero ese cambio de organización fue primordial, muy duro también, porque tuvimos que aprender nosotras mismas a organizarnos.

Bueno, ¡por lo que me cuentas esto es como una huerta entonces!

Sí, esto es la huerta, precisamente. Si siembras, coges, si no siembras no vas a coger. El mar no es solamente llegar y coger lo que produce él solo. Para trabajar 220 personas O Sarrido no llegaba. Pero si lo trasladamos (las crías del marisco) de otros sitios que son más difíciles de vigilar, y lo sembramos aquí, esto es tu jardín.

En el año 2014, que fue el último año que yo trabajé, dejamos sembradas 13 toneladas de semilla. Y para eso hace falta unión.

Y supongo que una de las cosas que llegaron con esta organización fue el tema turístico ¿no?. ¿Qué te parece o cómo es la experiencia de enseñar el que ha sido tu trabajo de toda la vida a gente que normalmente no sabe nada sobre él? ¡Incluso siendo gallegos!

Pues mira, nosotras empezamos en el 2004 a través de un proyecto de la Comunidad Europea. Un día apareció en el tablón de anuncios un papel que decía, me quedará grabado toda la vida: “las mariscadoras que quieran ser agentes dinamizadores del mundo marino, que vayan al ayuntamiento a un cursillo para la cofradía”.

Pensamos, ¿qué carallo será ser “agente dinamizador del mundo marino”? Pues fuimos a apuntarnos un grupo de mujeres, y era hacer esto. Coger a los turistas que visitaban Cambados y que ya de aquella te preguntaban mientras trabajabas, y en vez de parar de trabajar para atenderlos, hacer una asociación para explicar estas cosas de forma oficial.

Y explicar estas cosas, que fue nuestra vida, que no lo tuvimos que estudiar, que lo hacían nuestras madres, lo hacían nuestras abuelas… Y aunque sean rapaces de aquí de “Ghalisia” pero que desconocen este mundo, tú les pones las botas, y apañan almejas, y apañan berberechos, y las tocan y las palpan, y coges una miñoca y alucinan por colores… A ver, ¿qué dinero te paga eso?

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Victoria como ‘agente dinamizador del mar’

Y ya para ir terminando Victoria. Tras toda una vida de trabajo mariscando, y ahora con la experiencia de explicar a los turistas el oficio que fue y sigue siendo tu vida. ¿Cuál crees que es la opinión o la sensación que se lleva la gente después de descubrir los secretos del marisqueo a pie?

Mira, en los 13 años que llevamos haciendo esto, desde el 2004, solo una persona dijo que no le gustaba lo que hacíamos aquí, que ella que era de interior y que estas cosas no le gustaban. Pero aquí vienen franceses, trabajamos desde hace dos años con americanos, españoles de toda condición y de todos sitios, políticos de todos lados, y al marchar dicen “menuda labor estáis haciendo mujeres”.

Ahí atrás vino uno de Alicante, y dijo que pensaba que el marisco lo arrastraba el mar hacia la orilla y que nosotras lo recogíamos con un cubo. Cuando vio que había que bajar el riñón, y cavar 30 o 40 centímetros para intentar coger las más grandes dijo “chica, qué equivocado es el mundo”. Hay que vivir las experiencias para saber lo que hay, y pasan muchos cientos de personas y nadie dice “esto no me gusta”.

mariscar a pie medida
Comprobando las medidas reglamentarias

Tras esta última pregunta, me despido de Victoria con la seguridad de que podría pasar el día entero hablando con ella y nunca aburrirme. Mientras se dirige a recoger a su nieto a la escuela, enfilo el camino de vuelta a casa con la sensación de haber aprendido más en una mañana con ella, que en toda una vida de documentales marinos de La 2. Pues como con aquel alicantino, hay que vivir las experiencias para saber lo que hay.

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