“Pueblos pequeños, abrazados por el mar. Belleza cercana.” Así nos introducía César Justel a su selección de los veinte pueblos marineros más bonitos de España, publicada a principios de este mes de noviembre en el suplemento ABC Viajar (@abcviajar).
Y como de pueblos marineros en Galicia sabemos un rato (no olvidemos que estamos prácticamente rodeados de mar), ¿por qué no empezar mi colaboración con Bluscus hablando de los 5 pueblos gallegos escogidos por ABC para formar parte de su Top 20?
No está nada mal que 5 de los 20 sean gallegos, aunque supongo que será debido a que ninguno de los elegidos llega a los 2.000 habitantes en su núcleo urbano y eso es algo en lo que también somos expertos en Galicia, los municipios poco poblados. Aun siendo alta la presencia gallega en la lista, se echa de menos algún pueblo de la costa de Lugo, nuestra maravillosa y aún desconocida Mariña Lucense pero, como diría Michael Ende, “esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”.
Combarro, Corrubedo, Muxía, Redes y O Barqueiro. ¿Os apetece hacer esta ruta conmigo? Pues poneos el cinturón, que arrancamos.
En las populares Rías Baixas, concretamente en la Ría de Pontevedra, encontramos Combarro, un pequeño pueblo perteneciente al Ayuntamiento de Poio y declarado Conjunto Histórico-Artístico.
El casco histórico de Combarro es muy llamativo ya que parece estar construido sobre un único bloque de granito. Se dice que hay 3 elementos que destacan en la fisonomía del pueblo: Uno son sus casas típicamente marineras, que están pegadas las unas a las otras y tienen dos pisos: La planta alta (que incluye balcón siempre orientado hacia el mar) está dedicada a vivienda y la planta baja a almacén de útiles de pesca y labranza. Otro son sus cruceiros, distribuidos a lo largo y ancho del casco histórico, y por último sus hórreos o palleiras, como allí los llaman: un conjunto de más de 30 alineados a lo largo de la costa. Una auténtica fusión de tradición marinera y agrícola.
Catiña recomienda: Recorrer sus calles centrales elevando la vista y observando cada detalle de las fachadas, pasear por la orilla durante la pleamar, contemplando el vaivén de las barcas y los reflejos de la luz en el mar, y caminar por la playa durante la bajamar, presenciando el espectáculo del marisqueo si tenéis oportunidad.
Continuando nuestro camino hacia el Norte, en el municipio de Ribeira (Ría de Arousa), topamos con Corrubedo o más bien con su extraordinaria duna móvil, la gran atracción. No en vano, es el Parque Natural más visitado de Galicia y aquí se han rodado películas ambientadas en el desierto e incluso la galardonada Mar Adentro. Eso para los que pensaban que en Galicia no teníamos dunas. Pero no sólo de Parque viven en Corrubedo, así que vamos a centrarnos en la pintoresca villa marinera, su núcleo urbano.
Se trata de un pequeño puerto de pescadores, de calles estrechas y estructura urbana tradicional, donde la economía siempre ha dependido casi completamente del mar. Aún queda algún ejemplo de arquitectura tradicional de casa con patín (una escalera exterior que permite acceder directamente a la planta alta de la vivienda) y alguna antigua fábrica de salazón, dado que Corrubedo en aquel tiempo era un puerto de enorme importancia.
Existe también espacio para la arquitectura moderna, siempre respetuosa con la naturaleza e integrada en el paisaje, ya que algunos reconocidos arquitectos como David Chipperfield han construido sus casas en el pueblo.
A poca distancia del núcleo urbano se encuentra el Faro de Corrubedo, levantado a mediados del siglo XIX y desde el que se ven las luces del Faro de Fisterra y el de las Islas Cíes.
Catiña recomienda: Una visita a las instalaciones de Benboa bien vale una misa. Una antigua planta de salazón del año 1900 acoge este “proyecto integral que conjuga la gastronomía tradicional gallega con la innovación y la puesta en valor de nuestros preciados bienes naturales”, como sus mismos creadores lo definen.
Seguimos subiendo y llegamos hasta la Costa da Morte, a Muxía, un pueblo siempre enfocado hacia la pesca. Así, en la Europa medieval ya era un puerto pesquero de gran importancia, al igual que en las primeras décadas del siglo XX, siendo exportador de congrio y sardina principalmente. Y os preguntaréis: ¿Qué importancia puede tener este dato sobre sus exportaciones? Pues amig@s, estamos ante la localidad en la que se encuentran los dos últimos secaderos tradicionales de congrio de toda Europa. Estos secaderos a los que nos referimos se llaman cabrias y son estructuras fabricadas con troncos de madera (horizontales y verticales) entrelazados. Sobre estos armazones se cuelga el pescado para dejar que se cure y seque gracias al sol y al viento atlántico.
Pero de un tiempo a esta parte parece que la suerte no le ha sonreído demasiado a esta pequeña villa marinera. Y es que en el año 2002 se convirtió en la zona cero del desastre del petrolero Prestige. Cierto es que atrajo la atención internacional y todos se atrevían con el nombre (Mugía NO, por favor), pero el desastre alcanzó magnitudes difíciles de cuantificar.
En fin, cuando ya muchos conocían el Santuario da Barca (S. XVI), enclavado en un acantilado frente al mar Atlántico, llegaron nuestras amigas las ciclogénesis el pasado invierno y provocaron un incendio del que aún se está recuperando además de llevarse por delante una parte de la Pedra de Abalar, esa roca plana con poderes adivinatorios sólo comparables a los de Sandro Rey. A pesar de todo y también debido a todo, hacedme caso: Este lugar merece ser visitado una y mil veces. Porque además, es en los tiempos difíciles cuando se sabe quién está realmente a tu lado.
Debéis saber también que si vais a hacer el Camino de Santiago, habrá quien os asegure que una vez llegados a Santiago, hay que continuar la ruta hasta llegar a este Santuario, tal como lo hizo Martin Sheen en la película The Way, dirigida por su hijo Emilio Estévez y rodada en este y otros escenarios gallegos.
Centrándonos en el casco antiguo de Muxía, es de obligado cumplimiento darse un paseo por sus angostas calles contemplando muchas de las antiguas casas de cantería típicamente marineras que aún conservan su fachada original.
Catiña recomienda: Visitar el nuevo espacio de recepción de visitantes situado en el Mirador da Cruz donde, además de conocer las tres rutas sensoriales que recorren el litoral de la localidad, podréis saber un poco más acerca del proyecto “Muxía. Camiñando cara ó mar” que pretende “dar a conocer el lugar como un destino de turismo experiencial alrededor de los recursos marinos, poniendo en valor la gastronomía, los recursos locales náutico-recreativos, culturales y la biodiversidad de la zona”.
La siguiente parada es Redes, en la Ría de Ares, un diminuto y pintoresco municipio marinero que debe su nombre a la pesca con red. Aquí también utilizan cabrias, pero para secar las redes de los pescadores.
Resiste cual aldea gala sin apenas haber sufrido cambios en el último siglo, preservando sus valores tradicionales y explotando su potencial marítimo y turístico sin perder su identidad. Sus casas se erigen literalmente sobre el mar, con salida directa, permitiendo así a los marineros acceder durante años a sus embarcaciones desde la puerta de casa.
Casi nos llegan los dedos de una mano para contar el número de calles que hay en esta aldea, por lo que perderse es tarea imposible. El mar calmo, los colores llamativos de las casas, asomadas al mar, algunas de estilo indiano (denominación coloquial del emigrante español en América que retornaba rico) y modernista, los hórreos y las barcas han marcado la singularidad de este emplazamiento, que lleva sirviendo como escenario de la serie Padre Casares (TVG) desde el año 2008.
Catiña recomienda: Si tenéis la oportunidad de subiros a un embarcación de recreo, merece la pena disfrutar de Redes “desde el otro lado”. En la ensenada suelen fondear los aficionados a la vela deportiva, yates, fuerabordas y todo tipo de embarcaciones para disfrutar de un tranquilo baño con unas vistas privilegiadas.
Y hemos llegado a la última parada: O Barqueiro, ubicado en la Ría de mismo nombre, concretamente en el municipio de Mañón. El nombre le viene por el barquero que llevaba a personas y mercancías de un lado al otro lado de la ría antes de la construcción del puente a principios del siglo XX.
Las casas de este pueblo escalan las empinadas pendientes de la sierra y hacen del conjunto, agrupado alrededor del pequeño puerto, un enclave de una belleza extraordinaria. En O Barqueiro se fusionan el mar y la montaña, aquí fluyen las aguas del río Sor, límite entre las provincias de A Coruña y Lugo, por donde asciende el salmón atlántico para el desove y que finalmente desemboca en el Mar Cantábrico.
Catiña recomienda: Ya que habéis llegado hasta aquí, ¿por qué no acercaros al cabo de Estaca de Bares y así fardar de haber estado en el punto más septentrional de la Península? Y de paso ver cómo se funden el mar Cantábrico y el océano Atlántico. Un espectáculo.
Venga, ¿A qué esperáis para meteros en el coche? Sed pasajeros 😉
¡Hasta el próximo post!