Conciertos, cursos, visitas guiadas, aprendizaje, inspiración, memoria,… todo esto y mucho más es a día de hoy la isla de San Simón. Pero en este post nos centraremos en su pasado para contaros todas las historias que encierra y que hacen de ella un lugar tan especial de visita obligada. Desde Bluscus os invitamos a descubrir la isla de San Simón y a conocer todos sus secretos.
Un lugar espiritual y de inspiración
En el interior de la Ría de Vigo, en la ensenada que forma el estrecho de Rande, surgen dos islas conocidas como San Simón y San Antón que desde el siglo XIX están unidas por un puente. Junto a ellas, bautizados también con nombres del santoral, los islotes de San Bartolomé e San Norberto completan este espacio de marcado carácter bucólico y espiritual. La biodiversidad propiciada por la confluencia de aguas dulces y saladas crea un ecosistema único que le ha otorgado a este espacio la categoría de Zona de Especial Protección de los Valores Naturales y Lugar de Importancia Comunitaria en la Red Natura 2000.
Tanto su ubicación como su belleza natural indujeron a que se instalasen en este lugar comunidades religiosas desde el siglo XII, los primeros habitantes documentados del archipiélago. No sería de extrañar que la isla de San Simón estuviese ocupada ya en la Prehistoria o que se construyese un monasterio anterior que no resistiese el ataque de las tropas de Almanzor a finales del siglo X, aun así, lo primero que podemos confirmar es que la Orden del Temple se instaló allí entre los siglos XII y XIII.
Además de un lugar de oración y retiro, San Simón fue también fuente de inspiración para los trovadores medievales siendo protagonista de una de las joyas de la literatura gallego-portuguesa. La obra del trovador Mendinho, una de las más afamadas cantigas de amigo, narra una historia de amor ambientada en la isla. Pero ni el amor ni la actividad monacal fueron una constante en la ensenada de San Simón, al contrario, la situación estratégica de la isla hizo que fuese también un punto destacado para lidiar batallas y acometer incursiones desde tiempos inmemoriales.
Sedia-m’ eu na ermida de San Simion
e cercaron-mi as ondas, que grandes son:
eu atendend’ o meu amigo,
eu atendend’ o meu amigo! (…)
Cantiga de amigo; Mendinho, ca. 1300.
Primeros abandonos y asaltos
Tras ser excomulgados y perseguidos los templarios, la isla San Simón pasa a depender de la corona de Castilla y León que la cede en el año 1370 al obispado de Tui como recompensa a su fidelidad. Después de más de un siglo de abandono, en 1517 se instala en la isla la Orden de los Pascualinos de la Capucha y del Santo Evangelio, religiosos franciscanos que aprovecharon la iglesia templaria que se mantendría todavía en buen estado de conservación. Esta congregación se disolvió hacia el año 1583 por lo que los monjes ya no fueron testigos de uno de los ataques más recordados en la comarca de Vigo, el de Francis Drake.
En el año 1589, Francis Drake, en su segundo intento de saquear la ciudad y su contorna, arrasa todo lo que se encuentra a su paso, incluida la isla de San Simón. No se libró este aislado territorio de la destrucción del pirata inglés, lo que explica porqué hoy no conservamos las primeras construcciones religiosas de la isla. San Simón quedó destruida y deshabitada hasta que los monjes benedictinos del monasterio de Poio la ocuparon para refugiarse entre los años 1596 y 1601 de la peste que afectó especialmente a las inmediaciones de Pontevedra. Aprovecharon las ruinas para levantar el nuevo convento y construyeron, en la isla de menor tamaño, la ermita de San Antón que desde aquel entonces le dio nombre. Posteriormente, los franciscanos volvieron a establecerse en San Simón viéndose obligados a huir a terreno peninsular en 1702 cuando sucedió la archiconocida Batalla de Rande.
En el contexto de la Guerra de Sucesión, los galeones españoles repletos del mayor de los tesoros procedentes de América, desde plata a piedras preciosas pasando por especias tan exóticas como podían ser por aquel entonces el cacao o el café, se refugian en el fondo de la Ría de Vigo. Venían escoltados por las tropas aliadas francesas pero una flota armada anglo-holandesa consiguió atacar estos buques en la ensenada de San Simón. Los barcos españoles se hundieron con gran parte de la carga y hay historiadores que defienden que el único galeón robado por los ingleses se hundió también en la salida de la ría. Entre los datos históricos y la leyenda se ha conformado todo el mito de los tesoros de Rande que sigue vivo y que fue alentado por Julio Verne al escribir sobre él en su conocidísima obra Veinte mil leguas de viaje submarino.
De lazareto a prisión
Pese a que después de este desalojo forzoso los monjes volvieron a habitar el lugar, en 1719 se produce el abandono de la isla en la era moderna. Pasamos entonces a hablar ya de la historia contemporánea de San Simón que dista mucho de todo lo referido anteriormente. El resurgir llega con la implantación de un lazareto marítimo en 1838 para controlar infecciones, aislar de la población a pacientes infectados de epidemias mortales pero también como lugar para pasar la cuarentena los tripulantes y pasajeros de barcos que tenían como destino los puertos gallegos así como todo el norte peninsular. La isla se convirtió en un centro sanitario tras un costoso proyecto de ingeniería y arquitectura que transformó definitivamente su fisionomía.
Se construyeron los edificios e infraestructuras necesarias, ejemplo de ello es el puente que unió el archipiélago, para ofrecer los mejores servicios y se le dotó también de espacios verdes como el Paseo dos Buxos que continúa siendo uno de los atractivos de la isla por su peculiaridad. Además, se definieron muy bien las funciones de cada isla, la de San Antón acogió a los enfermos para los que ya no había cura o contagiosos, mientras que la isla de San Simón se destinó al control de barcos. La cantidad de navíos obligados a atracar en este punto estratégico permitió también la expansión del puerto de Vigo. La ciudad olívica presentó en este momento un crecimiento sin precedentes tanto a nivel demográfico como de desarrollo industrial.
Las mejoras sanitarias hicieron que el auge del lazareto se desinflase a finales del siglo XIX,al estar controladas las epidemias, y fue clausurado de forma definitiva en el año 1927. Con la Guerra Civil española llega el período histórico más cruel del archipiélago ya que pasa a convertirse en el centro penitenciario más terrible del régimen del que se decía que no se salía con vida. La isla de San Simón fue considerada por el franquismo como una “colonia penitenciaria” que se transformó en un campo de concentración de presos políticos hasta el año 1943. Son muchas las referencias a los fusilamientos realizados en las inmediaciones de las islas y también a las pésimas condiciones que los presos tenían hacinados en los pabellones de la isla de San Simón. Durante este período las instalaciones de la isla de San Antón se reservaron para acoger a la guardia militar que custodiaba el recinto.
Empréstame, Meendinho, tua voce meioeval,
aquela que o de Cangas e Martín tamén tiñan.
A voz que na cantiga de San Simón illeiro,
como cisne migrado do seu niñal luciras.
Empréstame, Meendinho, tua voce lembradoira,
e que doblen os sinos da ermida “ante o altar”,
pol-o fin sanguiñento que un dia iria a ter
a Illa que nascera baixo o sino de amare. (…)
Illa do amor, illa da morte; Valentín Paz-Andrade, 1979.
Los últimos años
Clausurada la cárcel, en 1948 las islas pasan a ser lugar de recreo estival para la Guardia de Franco que dejaría de acudir a este enclave dos años más tarde tras un accidente marítimo con 43 fallecidos en la embarcación A Monchiña. Las instalaciones volverán a ser utilizadas entre los años 1955 y 1963 por el Hogar Méndez Núñez para la formación de huérfanos de marineros. Volviendo al abandono durante más de treinta años el archipiélago de San Simón será declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico en el año 1999. Por aquel entonces ya había comenzado la que será su última rehabilitación a manos del arquitecto César Portela que tendrá como principal objetivo poner en valor y recuperar las islas para usos culturales.
Rebautizada como Illa do Pensamento al ser declarada centro de recuperación de la memoria histórica, San Simón se ha convertido en un centro de producción, reflexión y creación, en definitiva, un laboratorio de ideas que pretende homenajear así a su pasado. No te pierdas este enclave único, descubre San Simón.
Sentada estou na illa de San Simón
esperando, meu amigo, ai que volvas do Gran Sol
e pola ponte de Rande van e veñen sen parar
moitos coches, meu amigo, que non veñen do Gran Sol.(…)
Contrabando de amigo; Antón Reixa, 1994