Después de casi cuatro meses en Viana do Castelo continúo descubriendo interesantes pormenores de la cultura portuguesa pero también de la gallega. La mayoría de ellos llegan de forma oral y con un marcado componente subjetivo, historias de portugueses y gallegos que quieren transmitir sus experiencias más personales a un lado y otro de la frontera. Por eso os queremos relatar en este artículo la historia del comercio marítimo.
Nuestras coincidencias transfronterizas más significativas ya fueron destacadas con anterioridad en este blog. No obstante, el hecho que me lleva a escribir hoy es un estudio que llegó a mis manos en forma de catálogo con motivo de la exposición inaugurada hace escasos días en el Centro do Mar de Viana do Castelo.
Se trata de un centro de interpretación ambiental y de documentación del mar que abrió sus puertas hace dos años para promover y poner en valor el patrimonio marítimo y náutico en sus diversas manifestaciones.
Su apertura al público se hizo posible después de ser adaptadas parte de las instalaciones del Navio-Hospital Gil Eannes para albergar en ellas este espacio expositivo que trata de la cultura marítima de Viana do Castelo. Actualmente sus salas, varadas en la doca comercial de la villa, cuentan con la exposición a la que vengo a referirme y que tiene por título “Viana do Lima, Porta para o Mundo”.
Una exposición que acentúa la identidad de Viana do Castelo como una ciudad abierta, una ciudad del mundo. Un hecho que se debe esencialmente a la importancia de su puerto comercial que proporcionó a la urbe un aspecto multicultural a lo largo de al menos cinco siglos. El puerto de Viana fue una puerta abierta al mundo que modificó significativamente la ciudad. De este hecho derivó un crecimiento que contribuyó a la expansión de la emigración laboral. Así, Viana conserva marcas arquitectónicas de la presencia de extranjeros que mayoritariamente acabaron por unirse a la población local a través del matrimonio. Estos foráneos procedían principalmente de Inglaterra, de los Países Bajos, y como no, de Galicia.
Durante la historia del comercio marítimo marítimo entre Galicia y Viana era de carácter minorista pero su importancia no era trivial pues los gallegos merecen un apartado destacado en el catálogo publicado con motivo de la investigación realizada para la exposición “Viana do Lima, Porta para o Mundo”.
La ciudad de Viana fue un excelente mercado para la venta del pescado gallego durante la época moderna, a mediados del siglo XVI el abastecimiento de pescado estaba en gran parte controlado por los mareantes gallegos.
El principal producto con el que comerciaban era la sardina pero también vendían pulpo, fruta y madera así como hierro originario del País Vasco. El transporte era realizado por los pequeños comerciantes en chiolas, embarcaciones que tenían normalmente en propiedad y que se caracterizaban por estar cubiertas y tener dos mástiles. De origen nórdica, estas naves fueron construidas pensando en resistir la ondulación del Mar Cantábrico y necesitaban de dos o tres personas para ser tripuladas. En Viana do Castelo se conserva una representación de este tipo de embarcación, concretamente en la Viela da Parenta en la que fuera la casa de Pêro Galego.
Fueron sus características embarcaciones las que les dieron nombre a los gallegos en Viana, eran por aquel entonces conocidos como los chioleiros. Un buen número de estos comerciantes tenían residencia en Viana y a veces incluso hasta tienda de venta en el propio barrio del puerto. Su trabajo hizo que a finales del siglo XVI, los gallegos se convirtieran en los principales proveedores de pescado en los mercados del norte de Portugal. Fue por ello que muchos de los chioleiros consiguieron ascender en la escala social vianense y transformarse en armadores de los barcos que comerciaban con los archipiélagos de Madeira y Azores así como con Brasil, siendo los principales productos a transportar el pescado y la fruta.
Un fragmento de la historia del comercio marítimo que tiene a los chioleiros como protagonistas y que nos une una vez más al mar y a los trabajos que de él se derivan. Además nos muestra también el identificativo carácter emigratorio del pueblo gallego que buscaba salidas laborales y de enriquecimiento a través del mar.
El mar siempre presente como puerta abierta al mundo y rompiendo las fronteras.