En pleno corazón de Redondela se oculta un espacio desconocido para el visitante. El cementerio de Os Eidos, recientemente rehabilitado, está considerado a día de hoy cementerio histórico por la Deputación de Pontevedra y aspira a entrar en la lista de cementerios singulares de Europa.
Lo que hace de un cementerio un espacio histórico es una combinación de factores que también se da en Os Eidos: el momento de su construcción -en el siglo XIX revive con fuerza el estilo neogótico– y el poder adquisitivo de quienes encargan la construcción de sus mausoleos. En esta época, Redondela vivía una edad de oro por el comercio internacional y la creación de empresas, sobre todo las dedicadas a la conserva y al tratamiento del pescado.
Los cementerios pasan a ser un espacio más de esparcimiento y se proyectan como parques o jardines por los que se puede pasear, debido a la fascinación que la muerte ejerce sobre la sociedad de esta época; y no tanto así la muerte, como la vida en el más allá. Al ser aprobada la libertad de culto en España en 1869, se popularizan los encuentros espiritistas y sesiones en las que un médium buscaba lograr la comunicación entre vivos y muertos.
Os Eidos, construído alrededor de 1830, alberga en su interior parte de la historia de nuestra ciudad, oculta tras los nombres de las personas que aquí yacen, algunas trasladadas del cementerio que estaba en el atrio de la iglesia de Santiago y del que ya no quedan restos.
Antiguamente, los lugares de enterramiento se encontraban en el entorno de la iglesia, tanto exterior como interior, ya que existía la creencia de que cuanto más cerca de la iglesia (y del altar) se enterrase al difunto, mayor protección tendría en la vida eterna. De hecho, las familias más destacadas eran enterradas dentro del templo y cuanto más importantes o cuanto mayor fuese el donativo entregado a la iglesia, más cerca del altar ubicaban su tumba, a no ser que su situación les permitiese sufragar la construcción de su propia capilla familiar dentro del templo.
Aunque por fuera de la iglesia ya no queda rastro del cementerio, dentro podemos ver aún baldosas numeradas en el pavimento e incluso observar el sarcófago de Vasco Machado, con su imagen yacente sobre el escudo familiar, el único que aún se conserva, aunque no el único aquí así enterrado.
Esto se hacía a pesar de que la propia Iglesia se oponía a esta práctica desde el siglo VI, oposición que se vio ratificada en varios concilios. Además, ante el avance de la peste en el siglo XIII, a esta postura se sumaron los médicos, pero la tradición se mantuvo a pesar de todo.
Todo cambia en España al desatarse una epidemia en Guipúzcoa producida por miasmas en la iglesia de Pasajes de San Juan, lo que hizo que el rey Carlos III dictase una Real Orden en 1784 por la que se prohíbe enterrar en las iglesias o sus alrededores y obliga a que la ubicación de los cementerios cumpla una serie de requisitos para que pueda albergar sepulturas, entre ellos que esté lo suficientemente alejado de zonas habitadas, que no haya corrientes subterráneas de agua o que esté en una área bien ventilada.
Esta Real Orden establecía también comenzar la construcción de nuevos cementerios “por lugares en que haya habido o haya epidemias o estuvieran expuestos a ellas, siguiendo por los más populosos, y por la parroquias de mayor feligresía en que sean más frecuentes los entierros y continuando después por los demás”.
En el caso de Redondela, el traslado no se había llevado a cabo ya entrado el siglo XIX por falta de fondos en la parroquia de Santiago. Esto obligó al ayuntamiento a tomar cartas en el asunto y sufragar su construcción, que costó 680 reales.
El lugar escogido para su ubicación estaba en la zona de Os Eidos (de ahí el nombre), más concretamente donde se encontraba el hospital de pobres y peregrinos, cerca del Campo das Redes y extramuros de la ciudad, un lugar donde se venía celebrando el mercado todos los primeros de mes desde 1752.
El cementerio de Os Eidos alberga 724 sepulturas repartidas en 147 parcelas, de las cuales 126 son enterramientos en el suelo (113 adultos y 13 niños). La tumba más antigua es de 1860 y la más moderna de 1988. Es a finales de esta década en la que se clausura el cementerio de Redondela por la existencia de uno en Mañó, situado en la parroquia de Quintela, ya que Os Eidos no disponía de espacio ni de posibilidad de ampliación.
Los panteones y mausoleos, hechos con intención de perpetuar la memoria de los difuntos, pronto se distinguieron en Os Eidos por un gusto burgués y libre, lo que permite la individualización de cada familia a través de propuestas eclécticas que diseñaban los arquitectos que por fin podían dar rienda suelta a su creatividad y que tan bien plasmaron posteriormente los canteros locales que llevaron las obras a cabo, obras que a día de hoy siguen causando fascinación a quien las contempla.
Esta explosión creativa va decreciendo a lo largo del siglo XX, pasando a disponer los cementerios de pasillos de nichos todos iguales, un proceso de homogeneización que también aparece reflejado aquí, a la vista de los panteones construídos a partir de la década de 1940.
Pero el arte no es ajeno al momento en que se representa, y a partir del año 1868, en que se despenaliza la masonería en España, se forma un triángulo masón en nuestra ciudad dependiente de la logia del Gran Oriente Español ubicada en Vigo, por lo que es fácil encontrar simbología masónica en algunos mausoleos y panteones. La duda que surge es, ¿realmente esta simbología aparece porque quien aquí yace pertenecía a la logia, o está porque se popularizó y pasó a ser parte intrínseca de la simbología funeraria? Las dos opciones son correctas, en realidad. Falta un ojo entrenado para discernir cuál es cuál.
Mientras paseamos por las calles del cementerio, vamos descubriendo nombres conocidos, como el héroe de la batalla de Pontesampaio John O´Dogherty, originalmente enterrado en el atrio de la iglesia de Santiago bajo un mausoleo sufragado por el ayuntamiento. Según la información que nos ha ido llegando a través de los escritos de Casto Sampedro, este mausoleo era una gran escultura en forma de ancla que, una vez trasladados los restos de O´Dogherty a Os Eidos, acabó desapareciendo.
Alcaldes, profesionales e innovadores de la enseñanza, médicos, abogados o comerciantes. Nombres familiares para la gente de Redondela, algunos ocuparon su lugar en la historia no sólo de nuestra ciudad, sino de nuestra comunidad autónoma y de nuestro país.
Definitivamente, un jardín romántico que invita a la meditación y al paseo mientras contemplamos la decoración simbólica mezclada con el estilo neogótico.