La semana pasada, tuvimos la suerte de conocer lo que se esconde detrás de las misteriosas paredes del Pazo de Rubianes. Situado en la población de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), este pazo es el único Señorío de toda Galicia, y uno de los tres oficialmente reconocidos en España. Cuenta con un gran edificio palaciego, una capilla del siglo XVI, un asombroso jardín cuyas primeras semillas fueron sembradas en el siglo XVII y el viñedo de uva Albariño más amplio del Salnés.
¿Os llevamos a dar un paseo por el Pazo de Rubianes?
Martes 21 de abril. Son las diez de la mañana en estos primeros días de primavera, y ya podemos ver a través de los barrotes del portal el sol acunando el jardín. Percibimos grabado en la piedra del arco de la entrada “Esta casa fezo D. García Caamaño en el año 1411”. Ramón, el guía que nos acoge calurosamente, nos cuenta un poco la historia: D. García Caamaño, fundador de la Villa de García – hoy conocida como Vilagarcía de Arousa, fue el primero de la familia en vivir en la Casa de Rubianes, aunque el terreno ya pertenecía a los Caamaño desde la Edad Media como lo atestigua la torre fortaleza del siglo XII.
Al pasar la puerta principal, nuestra compañera francesa se queda sorprendida al descubrir los resplandecientes jardines à la française. Ramón nos explica que en el siglo XVIII, el Señor de la Casa de Rubianes D. Jacobo Ozores fue exiliado a Francia por el Rey Carlos IV. A su regreso, decidió renovar el Pazo con la ayuda de un arquitecto francés, dándole este toque que nos recuerda a los Châteaux de allí.
Seguimos recorriendo el jardín histórico, rodeados de miles de camelias. Con más de 4.500 ejemplares, el parque botánico del pazo consiguió el sello de “Jardín de Excelencia Internacional de la Camelia” y se inscribe en la Ruta de la Camelia junto con el Parque del Castro en Vigo y otros seis puntos de interés, que forman un circuito vinculado a la cultura de la famosa flor. Y la guinda del pastel: los cosméticos a base de aceite de camelia. En cada final de verano, se colectan las semillas de las que se extrae el aceite de camelia, cuyos méritos son para alabar. ¡Todo un proyecto de sostenibilidad que apoyamos al cien por cien!
Mientras paseamos por el estanque de las ranas, Ramón nos relata la apasionante tradición familiar por el ajardinamiento que llevó a las diferentes generaciones a introducir especies del mundo entero. Así, nos encontramos una multitud de cultivos como alcanfores, magnolios, eucaliptos, robles, alcornoques y muchos otros.
Subimos hasta los viñedos: 25 hectáreas de uva Albariño, que resulta excelente gracias a su suelo granítico poco profundo, su implantación en laderas de una pendiente media y su impecable orientación suroeste. Mientras quedamos boquiabiertos admirando las vistas a la ría, ¡ya nos está subiendo el deseo de probar el vino! Pero mientras tanto, bajamos hacia el interior del pazo cuya decoración nos traslada hacia otros tiempos, tanto como la capilla del siglo XVI.
¿Qué mejor manera de terminar la visita que probando el vino del pazo? Ramón nos lleva a la bodega, una de las construcciones más antiguas del sitio, donde degustamos un estupendo Albariño acompañado de un queso ecológico ¡para chuparse los dedos!
No hace falta precisar que nos hemos enamorado del lugar y de su gente. Si quieres revivir nuestra visita, pruébala tu mismo. ¡Una experiencia para repetir una y otra vez!
