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Horario de verano: De lunes a sábado 10.00 a 14.00 y 16.00 a 19.00

Categorías: Bluscus

El paseo de A Portela en Redondela es uno de los más recorridos por sus vecinos, ya que permite disfrutar del espacio natural que forma la desembocadura del río Alvedosa en la ensenada de San Simón.

Su pasarela de madera aleja a los caminantes de la carretera y los acerca a la naturaleza, además de al pasado marinero de la ciudad.

Puede sorprendernos a día de hoy que uno de los puertos comerciales de la Edad Media estuviese en el corazón de Redondela, pero hasta principios del siglo XX, éste estaba situado en donde hoy se encuentra la Alameda de Castelao.

Fundado en el siglo XIII por el arzobispo de Santiago, supuso la división de la villa de Redondela en dos: la Vilavella, habitada ya desde antiguo, y la Vilanova, que creció exponencialmente gracias al comercio con ciudades mediterráneas y a la pesca de la sardina.

Toda la Vilanova de Redondela nos trae sabor a sal. La rúa de Ribeira, así llamada por estar a la orilla del mar, y que aún conserva su nombre a día de hoy; el barrio marinero de A Esfarrapada o el Cabo Fumeiros, donde se ahumaba la sardina capturada.

Todo esto cambió a principios del s. XX, al irse perdiendo profundidad de calado, lo que supuso para Redondela pasar de ser un importante puerto de mercancías a ser un puerto de pasajeros, a donde llegaban en barco visitantes de otras ciudades de la ría de Vigo, sobre todo los días de mercado.

Para intentar mantener el puerto vivo, se decidió en la década de 1920, canalizar el curso del río y trasladar el puerto al barrio de A Portela. En esta zona aún se pueden ver los restos de la escollera, construída en esa misma época, que indicaba el punto de mayor profundidad de calado y por el que debían circular los barcos, y que llega hasta la desembocadura del río Alvedosa en la ensenada de San Simón.

Tan sólo unos años después este puerto también quedó sin uso por el mismo motivo que el anterior y se amplió y acondicionó el puerto de Cesantes, que es el que a día de hoy se mantiene en activo.

En este paseo de A Portela hay que ir atentos al entorno, ya que aquí pueden verse, además de cisnes y patos, ejemplares de martín pescadores, gallinetas, garzas, gaviotas, cormoranes, andarríos chicos… Sin duda un lugar interesante para observar aves marinas.

Caminando por la orilla, envueltos por la vegetación, se puede imaginar la profundidad de la zona conocida como O Cantil que, según se cuenta, está originado por un volcán oculto en el monte de Cedeira.

Pero además de naturaleza, esta zona mantiene en pie memorias de sus industrias desaparecidas, como es el edificio que albergó el germen de la Refinería del Noroeste Aceites y Grasas S.L. (REACE), que unos años después se vería envuelta en el escándalo del aceite de Rande.

Al llegar a la desembocadura del río Alvedosa, en la Punta Socorro, vemos los restos de la Industria Metalífera Española (IME), que continúa en 1946 el camino marcado por las anteriores empresas que funcionaron en este punto: la Electro Metalúrgica Gallega, fundada en 1920 que sería a partir de 1930 renombrada como Fundición Santa Elena. Aquí se fundían y recuperaban recortes y chatarra, sobre todo de estaño y plomo. Se declaró en quiebra en 1956, pero su chimenea aún se alza orgullosa en medio de las ruínas.

Dejando atrás el paseo en busca del Peirao de Carabineiros, podemos ver en pie la casa familiar del doctor Eduardo Martínez Alonso, médico de la Cruz Roja, que se utilizó como escondite para judíos que eran trasladados desde este punto a América, en algunos casos después de atravesar la frontera con Portugal. La labor de este médico logró salvar al menos a 30.000 personas durante la Segunda Guerra Mundial y su hija recogió su historia en el libro “La clave Embassy”.

Bajando hacial el muelle, llegamos al antiguo puerto de mercancías de Redondela. El ganado y los productos que se vendían en el mercado que se celebraba en esta ciudad se descargaban aquí, por lo que se hizo necesaria la presencia de carabineros que controlasen la carga y descarga de estos bienes. Estos soldados jugaron un papel destacado en la batalla de Pontesampaio en el año 1809, cuando frenaron el avance francés rompiendo a cañonazos el puente que tenían que atravesar para llegar a Pontevedra.

En este punto, al final del recorrido, se localizaba una antigua salina romana de la que no quedan restos, aunque sí quedan las ruínas de una antigua fábrica de salazón levantada en 1728 y que cerró durante la primera mitad del siglo XX. Aquí se salaba bacalao y sardina y, en su última etapa, además se manufacturaba mejillón.

Desde aquí sólo queda disfrutar de las hermosas vistas de la ensenada con las islas de San Simón y San Antón al fondo.

Artes marineras, industria y naturaleza unidas a la historia de Redondela se encuentran de forma armoniosa en el lugar donde termina nuestro recorrido.

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